jueves, 18 de septiembre de 2014

PN Nahuel Huapi, Neuquén-Rio Negro



Siempre me resulto irresistiblemente seductor los secretos que esconde la naturaleza y como es que algunas cosas en este mundo pueden ser tan imperfectamente “perfectas” para apaciguar el caos constante de nuestra existencia con un solo y puro concepto: la belleza.

El Parque Nacional Nahuel Huapi es uno de esos tantos enigmas de la Patagonia. Donde se amalgaman estáticos pozones con rápidos ensordecedores y en donde las extensas masas de agua dulce coquetean con el cielo vistiéndose por momentos de un exótico color turquesa.


Ubicado al sudoeste de la provincia de Neuquén y al oeste de Rio Negro, Nahuel Huapi, cuanto con la particularidad de ser el primer Parque Nacional Argentino. Su origen data del año 1903, fecha en que el Perito Francisco Pascasio Moreno donó a la Nación una extensión de 3 leguas cuadradas, ubicadas en el extremo Oeste del brazo Blest del lago Nahuel Huapi. El área se convirtió en el núcleo del primer Parque Nacional de Argentina, declarado en 1922 como "Parque Nacional del Sud" y más tarde en el año 1934 el Congreso de la Nación sancionó por ley la creación del Parque Nacional Nahuel Huapi, incorporándole un territorio mayor. De esta manera, la Argentina se convirtió en el tercer país de América en contar con un Parque Nacional.




En sus 710.000 hectáreas protege lugares de increíble belleza, como las costas del enorme lago Nahuel Huapi, con 560km cuadrados y más de 454mt de profundidad, una extensión del doble de la ciudad de Buenos Aires como para dar una referencia de su magnitud;  el imponente cerro Tronador, de 3478 msnm; o el cerro Catedral, meca de los esquiadores, el PN Los Arrayanes y la Isla Victoria. Dentro del área se encuentran San Carlos de Bariloche, Villa La Angostura  y Villa Traful.

Según su vegetación el Parque se divide en tres áreas: la zona altoandina, estepa patagónica y el bosque subantartico más austral del mundo.  La naturaleza alto andina crece sobre los 1.600 metros sobre el nivel del mar, con una vegetación rala de pequeñas hierbas adaptadas al clima en donde se refugian especies como el Cóndor y el Huemul. La nieve que se acumula en invierno permite mantener los últimos glaciares y una extensa red de arroyos, ríos, lagos y lagunas. Los bosques cubren las partes bajas de las montañas y los valles. Lengas, coihues y ñires florecen en primavera creando uno de los paisajes silvestres más coloridos. Las flores rojas del notro, la trepadora mutisia, de vibrante color naranja, los tonos lilas de la virreina y el amarillo vibrante del amancay tapizan el paisaje.


Gracias a sus cerros, lagos, arroyos y picadas, a la belleza de su vegetación durante las cuatro estaciones del año y a su excelente infraestructura es un lugar ideal no solo para la vida al aire libre, sino también para la práctica de infinidad de deportes acuáticos, montañismo, esquí y trekking.

A diario, en temporada, parten desde el muelle de Puerto Pañuelo, ubicado en la península Llao Llao, frente al emblemático hotel, excursiones lacustres a la Isla Victoria, bosque de arrayanes y Puerto Blest. Es un estupendo plan para pasar el día; navegando por el Nahuel Huapi desde la cubierta podes pasar varios minutos maravillándote con el reto de alimentar a una gaviota con tan solo extender un brazo. Una vez ya en la isla te internas en un paraíso forestal donde es imposible sentirse diminuto ante la magnitud de sus árboles. Tal vez uno en sus recuerdos retoca inconscientemente algunos detalles para hacer la historia más interesante, no puedo dar certeza de que fehacientemente nunca haya visto otros árboles más grandes, pero si puedo asegurar que jamás me sentí tan diminuta como el instante en  parada frente a un enorme tronco de una secuoya gigante levante mí vista hacia el cielo y me costó ver donde culminaba la copa.




Bariloche y el Nahuel Huapi son uno de los puntos turísticos más atractivos de la Argentina, es cierto que mucho de esto tiene que ver con su infraestructura, promoción e historia; pero hay algo más; y es que la esencia de la belleza que reflejan sus aguas turquesas y el verde exuberante de su vegetación es similar a esa sutil sensación de paz que te inunda cuando te liberas de esas situaciones que sabes que poco a poco van matándote el alma pero que por alguna razón no podes soltar; es similar a esa autentica alegría que te abraza cuando experimentas el amor verdadero que no exige ni espera nada a cambio, simplemente es y con eso te basta; es similar a la sensación de libertad y adrenalina que te arrasa cuando te das cuenta que el futuro no es una sentencia irrevocable sino que puede ser modificado cuantas veces lo deseas si te atreves a rediseñar el presente.

Herman Hesse decía que la belleza no hace feliz al que la posee sino a quien pueda amarla y adorarla; tal vez sea por esto que la encuentro tan fascinante, porque tiene el poder de hacerme sentir todo y a la vez me asombra tanto que me obliga a pensar en nada.




No hay comentarios:

Publicar un comentario