sábado, 15 de octubre de 2016

Teotihuacán, México



A tan solo 45km de la Ciudad de México se encuentra la zona arqueológica de Teotihuacán, posiblemente una de las zonas más conocidas turísticamente en este país. Miles de personas de todo el mundo van a visitar esta maravilla arqueológica declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 1987. Hay infinidad de documentales, imágenes y notas periodísticas que hablan de este lugar; pero a mi entender solo a través de experimentar las cosas es como de verdad las comprendemos. Nos pueden describir como huele una flor, la intensidad del verde en un bosque húmedo, como la brisa puede erizar la piel, como es el estar enamorado, el temor que provoca la incertidumbre, la adrenalina que se dispara al lanzarse en caída libre, el dolor de perder a alguien que se ama; pero no hay forma de asimilar genuinamente nada de todo esto si no es a través de la experiencia propia, solo viviendo las cosas es que tomamos dimensión de lo que en verdad significan y todo el sinfín de sensaciones, emociones e ideas que generan. Cuando sacamos toda la basura de preconceptos que tenemos incorporados y nos animamos al ver el mundo como “vírgenes”, sin expectativas ni limitaciones, entonces es cuando suceden los verdaderos descubrimientos, salimos de la apatía  y recuperamos la capacidad de sorpresa.

Así llegue a este colosal, despojada de cualquier intención, sin demasiadas expectativas. Al ingresar dimos un pequeño recorrido por un jardín inicial y luego caminamos varios minutos por la Calzada de los Muertos hasta que llegamos al Templo del Sol. Ya desde la base sus 63mts de altura y 225mts de lado impresionaban pero con cada paso a través de sus empinados 238 escalones, la sensación de inmensidad se va profundizando. 


En la cima el panorama realmente es apabullante, desde allí no solo se puede contemplar la grandeza del predio y la milimétrica perfección de las construcciones que susurran a través del viento la intrigante suspicacia de la civilización que alguna vez le dio vida, sino que además la perspectiva de los miles de visitantes dispersos por todos lados da la sensación de estar en lo alto de una colonia de hormigas, esa disyuntiva entre la visión de un ser humano tan físicamente pequeño y a la vez tan inmensamente brillante por poder crear algo tan espectacular como aquello es verdaderamente fascinante. Acintli nos había comentado antes de subir que el folclore popular dice que estando en la cima, si uno se para en el centro y extiende sus manos hacia arriba pidiendo un deseo el mismo seguramente se cumple. Más no tanto por el deseo, sino por ser parte del folclore de los lugareños, e incorporándole un poco de los rituales propios extendí mis brazos hacia el cielo y tuve mis cinco minutos con el viento como pidiéndole que desparrame a lo largo del universo mis pensamientos; el tiempo entonces se detuvo y al volver a abrir los ojos una sensación de “liviana” armonía me acompaño, con esta mezcla de alegría y calma comenzamos a bajar.


Caminar por los casi 5km de la calzada de los muertos es un popurrí de imágenes exquisitas, en lo antiguo y monocromático de las construcciones se contraponen los colores de las vestimentas y sombreros de los artesanos que a lo largo de toda la calle acompañan como testigos silenciosos a los cientos de turistas que parlotean en diversos idiomas en un desfile de verdadero crisol de razas. Vista de sur a norte; a la derecha se pueden ver la Ciudadela y la Pirámide del Sol y al fondo la Pirámide de la Luna y el Cerro Gordo.
Llegando al extremo norte se impone bella la pirámide de la Luna, con una planta de aproximadamente 45mts de lado, menor al tamaño de la Pirámide del Sol, pero construida en terreno elevado lo que da la sensación visual de estar a la misma altura, pese a sus 45mts de alto.

Si bien algo ya he mencionado, además de los Templos del Sol y la Luna, existen otros sitios destacados para visitar dentro del predio:
-La calzada de los muertos: Está orientada de norte a sur y flanqueada por una zona residencial probablemente habitada por sacerdotes.
 -La ciudadela: Plataforma cuadrangular de 400 metros, rodeada por basamentos piramidales con un adoratorio central.
 -El templo a Quetzalcoatl: Denominado así por la ornamentación de serpientes emplumadas cuyas cabezas emergen de una flor, alternando con esculturas del Dios Tláloc.
 -El palacio de Quetzalpapalotl: Se supone fue el aposento de un gran señor o de un supremo sacerdote, sobresalen los pilares del patio interior adornados con bajo relieves que representan al animal mitológico llamado quetzal - mariposa, enmarcados por símbolos acuáticos.
 -Además de las Cabezas Colosales, Los Edificios Superpuestos y el Museo de Sitio.
Aunque popularmente se dice que estas zona arqueológica pertenece al imperio azteca, la verdad es que su origen aun es un enigma, pues a pesar de todo lo que se ha descubierto (actualmente todavía se siguen haciendo excavaciones), es muy poco todavía lo que se sabe sobre sus fundadores.


El acceso es relativamente sencillo, y si vas en auto, el predio cuenta con estacionamiento. El horario de visita es de Lunes a Domingo de 8:00 a 17:00hs. La zona normalmente es árida,  hay muy pocos lugares para resguardarse del sol, por lo que el uso de lentes,  gorras o sombreros y protector solar nunca esta demás. Si bien se realizan visitas guiadas, el parque puede ser recorrido de manera auto guiada, lo que da mucha libertad y podes manejar tus propios tiempos. Si tu viaje incluye tiempo extra hay un espectáculo nocturno muy recomendable donde se proyecta un show multimedia que dice es muy bonito. La experiencia nocturna cuenta con un cupo para 270 personas y se realizan solo los viernes, sábado y lunes durante los meses de noviembre a junio.

Ya pasadas las cinco de la tarde, es la hora de emprender la partida, y tras una larga caminata de norte a sur para llegar a nuestro estacionamiento y una refrescante agua de coco; Acintli nos tenía una última sorpresa para el día. Saliendo de la zona arqueológica, hay varios restaurantes, por lo general la gente se queda en los más cercanos y visibles, pero a unos 200mts de la puerta 5  se encuentra una verdadera gema gastronómica no solo por la calidad de la comida (que yo por ser de un paladar gastronómicamente acotado, como diría Max, no pude disfrutar en un 100%) sino por lo original y magnifico de su estructura. El restaurante “La Gruta” está emplazado literalmente en una gruta de origen volcánica, con una iluminación y ambientación exquisita que da a todo el lugar un aire místico imposible de olvidar. Excelente broche de cierre para increíble día.






lunes, 12 de septiembre de 2016

Guanajuato, Mexico.



Viajar es una buena forma de explorarse a sí mismo, experimentar imágenes, sabores, aromas y sensaciones distintas a las que usualmente estamos acostumbrados nos invita en cierto modo a despertar. Claramente lo primero que percatamos son los mapas y circuitos, los puntos de interés turísticos, los alojamientos, restaurantes y tener lindas fotografías; pero superada esa primera instancia del turista relajado, en cada viaje se esconde un manantial de posibilidades de descubrir eso que es obvio pero que por lo general olvidamos: el universo está repleto de lo distinto a mí; por lo que todo lo que soy, lo que veo a diario, las sensaciones que experimento y las personas que frecuento, todo lo que siento naturalmente mío no es más que una diminuta parte de todo lo que es, fue y será. Viajar es una gran manera de poner las cosas y nuestra propia vida en perspectiva.

México es un interesante crisol de sensaciones; sus paisajes costeros de infinitos turquesas, su herencia viviente en centenares de ruinas, su cultura y sus costumbres tan profundamente arraigadas en sus habitantes, son solo algunas de las tantas imágenes que regala. Es un país en el que constantemente interactúan lo viejo y lo nuevo, y a pesar del progreso que la modernidad impone, el mexicano de alguna forma logro amalgamarse para permanecer en sus orígenes.
Una muestra de esta preocupación por la cultura es el programa desarrollado por la secretaria de turismo “Pueblos Mágicos”, donde con el fin de proteger la riqueza cultural de la región e impulsar el turismo interno, se otorgan diversos beneficios a aquellos poblados que mantengan la arquitectura, costumbres, gastronomía y tradiciones de su patrimonio histórico-cultural. Así es como llegamos a Guanajuato, tras una cálida y efusiva bienvenida de nuestros amigos mexicanos: Acintli, Ricardo y la tierna Yolotzin.

Ubicada a unos 385Km de Ciudad de México se erige Guanajuato, una encantadora ciudad de época colonial situada en un pintoresco valle emplazado en medio de las sierras. En el pasado funciono una de las minas de plata más ricas y productivas del mundo. Caminar por esta ciudad es como teletransportarse a una aventura legendaria de hidalgos y caballeros. En la superficie, en sus cientos de callejones empedrados que suben y bajan por la ladera se esconde un aire de europa medieval, que complementan a la perfección con sus plazas arboladas llenas de bares y cafés al aire libre, museos, teatros, mercados y varios monumentos históricos, mientras que una red de túneles subterráneos corre por debajo de la ciudad para ayudar a controlar el flujo del tráfico.

Algunos de los lugares que se pueden visitar son el “Callejón del Beso”, callejón de 68cm de ancho cuya leyenda cuenta que una pareja se dio su último beso de balcón a balcón antes de morir por una daga. El “Mercado de Hidalgo”, originalmente pensado como la estación de ferrocarril este edificio se convirtió en un magnifico mercado donde se pueden encontrar desde frutas, verduras y todo tipo de comestibles hasta ropa y artesanías. Los templos de San Cayetano y De la Compañía de Jesús entre otros. La “Plaza de la Paz” corazón de la ciudad y excelente postal que resume la esencia de este pueblo. El Teatro Juárez y su imponente arquitectura.  Guanajuato es un sorprenderse a cada paso, es para caminar y recorrer lentamente, es una mezcla de viaje nostálgico al pasado pero llamativamente a la vez de una fresca alegría, la música en vivo es una constante que te acompaña en cada recoveco y hace el perfecto escenario para el desfile de familiares y amigos, vestidos todos de gala, que acompañan a los novios camino a su boda, que por supuesto es como presenciar un ritual de película. Para los que no deseen caminar, existe un pintoresco recorrido en bus que no solo pasa por los puntos neurálgicos de la ciudad sino que también recorre algunos de los túneles subterráneos. Si queres tener las mejores fotos de la ciudad deberás ir a visitar el monumento a El Pípila, punto panorámico por excelencia; utilizando como medio de transporte para llegar el Funicular, una especie de ascensor pero sujeto a una vía, que hará de la subida por esas calles tan inclinadas un verdadero placer.





Después de tanta caminata, no hay nada mejor, que sentarse en uno de sus bares para refrescarse con una cerveza artesanal, y para los más valientes que no le temen al picante, porque no una “michelada”: una bebida típica de este país a base de cerveza, jugo de limón, sal y obviamente salsas picantes. (En otro momento hablaremos de la relación entre los mexicanos y el picante, sinceramente es algo que aun hoy me sigue sorprendiendo, y obviamente mi delicado hígado argento no pudo asimilar). Acintli nos dio nuestro primer sorbo de mezcal, una especie de tequila pero que se produce 100% de manera artesanal, lo que hace de su sabor algo incomparable para los entendidos.

Entre sorbos, risas y alegría, llego el anochecer y se acercó el momento, de lo que para mí, fue lo más bonito e inolvidable de este pueblo: “Las Callejoneadas”. Una excelente forma de conocer la ciudad y sus múltiples callejones coloniales, pero con un saber distinto, típico del folclore de la ciudad. Siguiendo a grupos musicales, mayoritariamente con instrumentos de cuerdas y percusión, vestidos con trajes tradicionales del siglo XVII y formados casi siempre por estudiantes, se pasea por la ciudad en un ambiente por demás festivo. La tarifa de la callejoneada, varía de un grupo a otro, pero ronda entre los 5 a 10 USD por persona, y tiene una duración aproximada de 75 a 90 minutos. Por lo general comienzan a las 20.30hs, saliendo el último grupo a las 22hs. Como son varios grupos, y todos van recorriendo la ciudad, cantando y contando historias legendarias, simplemente caminando por la ciudad de alguna manera también se es participe de esta simpática tradición.



En nuestro caso, acercándose las 21.30hs, última salida de Funicular que nos llevaría hasta el auto nos dictaba la retirada, lentamente comenzamos la partida, pero no sin antes hacer una parada en cada esquina, como quien absorto sin saber muy bien en que, desea grabar en cada célula de su cuerpo esas luces que mágicamente se hacían camino entre las arboledas, esa música que rebotaba en cada adoquín, esa brisa que se hacía paso entre los recovecos de cada callejón y acariciaba las paredes coloridas, algo pálidas por la noche, pero igualmente intensas. Entonces, mientras subía el funicular, y en silencio me despedía de Guanajuato, me fue inevitable pensar: “Si así me recibe México, a este viaje ya no le pido más” Curiosamente, el universo recompensa el sentirse agradecido siempre, y desde ese primer día hasta el último en tierras mexicanas solo puedo decir que la escala de gratificaciones se mantuvo en alza.







sábado, 27 de agosto de 2016

Superando limites, expandiendo fronteras.

“Nada es absoluto y todo es relativo” decía Einstein; seguramente que cuando lo pensó nunca imagino que esa gran premisa para el mundo de la física seria el leitmotiv que me traería nuevamente a este loco proyecto mezcla de fascinación por la belleza,  verborragia elocuente y ansias de experimentar el mundo con intensidad. Es cierto que este sería un espacio para narrar y mostrar el sueño de esa nena que mientras miraba un mapa  imaginaba como seria poder recorrer todo su país y plantar bandera en todos los parques nacionales argentinos, si bien aún esa “misión” no está cumplida al ciento por ciento, gran parte fue concretada.
¿Entonces que queda después de cumplir un objetivo? La lógica seria superarlo, disfrutar unos instantes el sabor de meta alcanzada y buscar un nuevo foco donde volcar nuestras expectativas, anhelos y deseos. En eso estuve trabajando todo este tiempo pero mi compleja ambivalencia que pendula entre soltar y permanecer, de alguna manera se las arregla para hacerme volver. Y acá estoy, vuelvo, pero aggiornada, porque lo único que le pido al tiempo es que me permita mutar, transformar, evolucionar; es lo único que necesito para sentir que esto de vivir vale verdaderamente la pena, llenar simplemente un espacio no es suficiente.
Me quede sin crónicas novedosas de parques nacionales, pero qué más da, ahora voy por  historias por el mundo entero, sin límites, fronteras ni etiquetas. Si nada es absoluto, este blog no tiene por qué ser la excepción. Por eso vuelvo, pero distinta. Y no hay manera más apropiada para describir lo que esto significa que usando esta gema de Benedetti :

“Se me ocurre que vas a llegar distinta
no exactamente más linda
ni más fuerte
ni más dócil
ni más cauta
tan solo que vas a llegar distinta
como si esta temporada de no verme
te hubiera sorprendido a vos también


Próximamente: Gemas Mexicanas, dedicada a mis queridas amigas mexicanas Acintli y Yolotzin.




jueves, 17 de marzo de 2016

Parque Nacional Chaco, Chaco.



La naturaleza siempre me da cierta paz, no solo por la quietud evidente que se contrapone con la desesperada aceleración con la que en la ciudad vivimos, sino porque de alguna manera me invita a reflexionar sobre diversidad de temas, incluso mi propia existencia.

Es curioso como los seres humanos necesitamos obtener continuamente sensaciones nuevas para mantener cierto equilibrio existencial, como si la única forma de sostenernos dependiera de que la rutina no nos “coma” y en esta carrera, en la que competimos con desventaja, si no estamos atentos se nos puede consumir toda la vida, siempre sintiéndonos incompletos, como si evolucionar, crecer, cambiar, expandirse solo fuera real bajo cambios drásticamente visibles, instantáneos, absolutos.  Bajo este pensamiento levanto la vista y contemplo la copa del “Quebracho Abuelo”, un ejemplar de quebracho colorado que se erige imponente en ese mismo lugar desde hace más de 200 años; desde su nacimiento, de manera lenta e imperceptible ese árbol fue mutando, con sutileza, hasta llegar a su esplendor.

El parque nacional Chacho, ubicado a unos 130Km de la ciudad de Resistencia, fue creado en 1954 con el fin de proteger alrededor de 15mil hectáreas de Chacho Húmedo y semiárido en la ribera del serpenteante Rio Negro. El paisaje está formado por una variedad de ambientes naturales. Al centro, este y sur del área se extiende el monte fuerte, donde predominan majestuosos ejemplares de quebracho colorado chaqueño, que pueden alcanzar los 15 m de altura y que en algunos sectores forman comunidades casi puras o quebrachales. En el área conviven dos tipo de  quebrachos colorados, el chaqueño y  el santiagueño, se pueden diferenciar fácilmente por sus hojas, el primero tiene hojas simples mientras que el segundo tiene hojas compuestas.


Además de quebrachos en el parque podemos encontrar galerías de bosques, pantanos, praderas – algunas de ellas cubiertas por palmas caranday y pindo – matorrales, lagunas y montes de quebracho colorado y blanco, lapacho, guayacán y algarrobo.

Tanto la flora como la fauna son abundantes. Muchos animales son fácilmente visibles aquí, como el bullicioso mono carayá, tortugas acuáticas, yacaré overo, zorro de monte, carpincho y gran variedad de aves. Para dar una idea de la elevada diversidad del Parque por ejemplo, en el caso de las aves, se han contabilizado 353 especies diferentes, que se pueden avistar desde los miradores. Asimismo, este Parque Nacional es refugio de especies amenazadas como el oso hormiguero grande, el lobito de río, el aguará guazú y el tapir, entre otras.

Las actividades que pueden realizarse son:
    ü  Centro de Interpretación (en el Área Operativa).
    ü  Sendero Peatonal del Río Negro (junto el Área Operativa).
    ü  Lagunas Carpincho y Yacaré (a 5/7km, por sendero vehicular).
    ü  Ralera de Quebrachos (a 4/5 km, por sendero vehicular).
    ü  Laguna Panza de Cabra (a 11 km, por sendero vehicular).
   ü  Sendero Peatonal del Río Negro sendero autoguiado de 40 minutos de duración de baja dificultad.
    ü  Sendero de Las Lagunas Carpincho y Yacaré, recorrido de 7 Km, por senda vehicular atravesando porciones de “monte fuerte o alto”.A pie se arriba a los miradores.
    ü  Sendero de la Ralera recorrido de 5 km, por un bosque puro de quebrachos colorados finalizando con un mirador en zona de 
     palmar-pastizal.
    ü  Área de picnic diurno Panza de Cabra a 9 Km, del centro 
    operativo, con mesas fogones y un mirador.
Estos senderos se pueden recorrer a pie, en vehículo o en 
bicicletas, únicamente con guías habilitados.




Por ultimo hay una cosa que hay en abundancia dentro del parque, y son los molestos mosquitos, por su clima de altas temperaturas y mucha humedad, este lugar es una cuna de oro para estos insectos, que durante nuestra visita nos acosaron casi sin descanso. Como consejo personal, es fundamental ir preparado, no solo con mucho repelente y ropa que cubra lo más posible el cuerpo, sino también mentalmente para soportarlo puesto que la cantidad de mosquitos realmente puede ser abrumadora. De hecho como anécdota, el motivo por el cual no tengo muchas imágenes de este lugar, es porque realmente mantenerme quieta más de 1 segundo para tomar una foto era insoportable, por lo que sepan disculpar pero en esta oportunidad las fotos bellas se las debo.









jueves, 7 de enero de 2016

Parque Nacional Mburucuyá, Corrientes.



Existe una relación entre los seres humanos y el ambiente en el que viven. Es curioso cómo nos vamos mimetizando con las cosas con las que estamos conectados a diario a tal punto que llegamos a convencernos de que somos eso que experimentamos en el día a día.  Mi verdad, al menos la que hasta ahora descubrí, es que no somos de una única forma, sino que solemos mutar algunos aspectos de acuerdo al lugar y personas con las que nos relacionemos; nuestra esencia es la misma, claro está, pero de alguna forma nos vamos adaptando como un medio de subsistencia. Por eso, si esta en tus posibilidades, procura rodearte lo más que puedas de gente buena, sabia, pacifica, intensa, que valora más alegría que el drama, la ira o la queja; algún día observaras que en tus reacciones, como por osmosis, fuiste absorbiendo algo de ellas.


El Mburucuyá es un arbusto trepador que da una bella flor conocida también como pasionaria. Esta flor tan singular, se cierra como si se marchitara al ponerse el sol, y se abre cobrando su brillo natural cuando amanece; no solo es extravagante sino que está relacionada a muchísimas leyendas, una de ellas cuenta que los jesuitas identificaban esta flor con los atributos de la pasión cristiana: la corona de espinas, los tres clavos, las cinco llagas y las cuerdas con que ataron al Jesús en el Calvario, y en los rojos e irregulares frutos, los religiosos creyeron ver las gotas coaguladas de la sangre de Cristo. Tal vez sea por esas ideas que fueron nutriendo los jesuitas que caminar por la plaza del pueblo de Mburucuyá, al noroeste de la provincia de Corrientes, es una muestra clara de lo importante del culto religioso para las personas que allí habitan. Durante los dos días que allí estuvimos creo haber escuchado las campanas de llamado a misa casi cada hora de manera ininterrumpida; de esas campanadas y las naranjas que brotan en una abundancia descomunal a tal punto de ser su destino pudrirse en el suelo, jamás me voy a olvidar.




Y como símbolo de este ambiente exuberante pero a la vez tradicional se encuentra a poco kilómetros el Parque Nacional Mburucuyá. Originariamente tierras del abogado y apasionado naturalista danés, Troels Pedersen, quien dono estas tierras a la nación con el fin de su protección debido a su alta biodiversidad en donde se da la confluencia de tres regiones: la chaqueña, el espinal y la selva paranaense.
Llama la atención en este parque la gran cantidad de lagunas circulares que posee, típicas de esta zona del país, y que junto a esteros y cañadas, constituyen una abundante oferta de ambientes acuáticos. Junto a ellas, hermosos pastizales naturales con palmares de yatay (Butia yatay), representante del espinal, cuya distribución original se ha reducido drásticamente debido a la expansión de la frontera agrícola. El parque además posee mogotes boscosos (isletas de monte en medio del pastizal) con especies paranaenses como el lapacho, el timbó, el laurel o la palmera pindó. Pero también hay bosques chaqueños con quebrachos colorados, chaqueño y blanco, urunday y viraró.

La fauna es abundante y de fácil observación. Carpinchos, zorros de monte, corzuelas, yacarés, aguará popé son algunos de los más vistos. Pero en el Parque también viven otros más difíciles de ver, amenazados de extinción como el aguará guazú o el ciervo de los pantanos.
Las aves, también abundantes, especialmente las propias de ambientes acuáticos. También hay amenazadas aves de pastizal como el yetapá de collar o la monjita dominicana. Entre sus rarezas se destaca la presencia del pez pulmonado Lepidosiren paradoxa, que posee una adaptación muy poco común para un pez, la respiración aérea, que le permite sobrevivir a períodos de sequía. Y como endemismo de la región la presencia de la ranita de Pedersen (Argenteohyla siemersi pederseni) que habita en los bosques de tipo xerófilo del parque.
El parque cuenta con una muy buena infraestructura, manteniendo sus edificios originarios de estancia con aire colonial; cuenta con un campamento agreste, dotado de agua potable, mesadas, fogones y sanitarios y  durante su visita se pueden recorrer:

·             - Casco de la Estancia Santa Teresa.
·            - Sendero Pedestre Che Roga (1,5 km; autoguiado con cartelería), donde pueden observarse diversos arboles distribuidos en forma de galería con unas raíces y formas bastante caprichosas.
·      - Sendero Pedestre Yatay (6 km). tiene su ingreso a un poco más desde el cartel de entrada o bienvenida al Parque, y a traves de este recorrido de aproximadamente 2 horas entre ida y vuelta, puede observarse grandes extensiones de bosques de Yatay y hormigueros de la altura de seres humanos.
·            - Estero de Santa Lucía, se encuentra al final del sendero Yatay y es un regalo y premio al esfuerzo de la caminada brindando unas bellísimas vistas y sobre todo un deleite para las oídos entre tantos sonidos que da la naturaleza.