La belleza, como ese
algo puro que existe porque si, sin pretensiones,
exigencias o imposición de reglas; como la reacción de
completa satisfacción que se manifiesta, natural y espontáneamente, cuando experimentamos
algo a través de los sentidos. Es ese
momento sublime donde te das cuenta que eso que estás viendo, tocando, oyendo,
o sintiendo de alguna manera te estremece, te conmueve, te hace vibrar transformándose
en liberadora alegría.
Con los años, y algo de entrenamiento, el captar la
belleza termina siendo algo tan involuntario como respirar, por lo que no es
necesario grandes escenarios o situaciones para encontrarla. Lo mejor del paso del tiempo hasta ahora es que descubrí que la belleza no
reside en las cosas sino en la sensibilidad del que la experimenta.
Formosa es una provincia que no
suele ser destino elegido por la mayoría de los turistas en nuestro país, es un
hecho factico irrefutable. Sin embargo, hay algo atractivo en sus paisajes que
no se bien como describir; es como simple y exuberante a la vez, como algo que
no pretende ser lo mejor en tu vida, y de alguna forma sin saber porque te
conquista.
De clima subtropical húmedo con
estación seca y temperaturas que en el verano pueden superar los 40°, es
recomendable para visitar en otoño o primavera. Como no es de fácil acceso hay
que tener la precaución de corroborar las precipitaciones puesto que suele
inundarse con grandes lluvias.
La variada fauna del área, común en
gran parte del litoral argentino, incluye entre las más importantes a yacarés,
la boa curiyú, el mono carayá, murciélagos pescadores, carpincho, aguara popé,
coatí, tapir, puma, zorro de monte, lobito de río, ocelote y otras figuritas
difíciles de encontrar como el tapir, el aguará guazú y el oso hormiguero
grande. También hay más de 324 especies de aves, vinculadas con el ambiente de
humedales, lo que llevo en 1992 a declararse como sitio ramsar de alta importancia de
conservación a nivel internacional.
Debido a su gran extensión y hay
dos vías de acceso posibles, en donde pueden realizarse las siguientes
actividades:
Área recreativa Estero Poí: ( de
acceso intransitable en época de lluvias)
• 2 senderos pedestres
autoguiados a través de folletería
• Sendero vehicular de 16 km.
• Torre mirador al Estero
Catalina.
• Observatorio de aves del Bañado
Pirity.
• Mirador al Río Pilcomayo.
Área recreativa Laguna Blanca:
• Muelles y torre de observación
de la laguna.
• Sendero pedestre de
interpretación.
• Vivero de árboles nativos.
• Se permiten actividades con
embarcaciones sin motor.
En ambas áreas recreativas,
Laguna Blanca y Estero Poí, hay parrillas, mesas y sillas para picnic y asados,
sanitarios y un campamento con agua tratada (no potable), duchas, iluminación
nocturna, botiquín, comunicación, vehículo para emergencias y asistencia de
guardaparques. La infraestructura del lugar es muy buena para que puedan
disfrutar los amantes de la naturaleza.
Desde Laguna Blanca se accede a
pasarelas de madera que aproximan a los márgenes de la laguna, donde las
posibilidades de avistar aves y sacar buenas fotos son grandes. También aquí es
común ver yacarés que asoman, cautelosos, su hocico y sus ojos entre las aguas,
o que están tomando sol entre la vegetación flotante de la laguna.
También hay un mangrullo que
brinda una hermosa vista panorámica de la laguna y los ambientes que la
circundan, como guajozales, totorales y las isletas de bosque que se presentan
como manchas verdosas salpicadas de tanto en tanto por palmares de caranday. Según
dicen es aconsejable ver, desde este lugar, los espectaculares atardeceres rojizos
cuyas fotografías se difunden en folletos y publicaciones. Lamentablemente el día
que fuimos estaba empecinadamente nublado por lo que me quede con las ganas de
tomar mi propia postal de un atardecer perfecto.
En tal caso, con los años aprendí a disfrutar a pesar de, porque no existen ideales mas que el que nosotros mismos nos imponemos. Por lo que a pesar de la lluvia, o tal vez gracias a ella, ese día pude apreciar los verdes mas intensos y frescos, la sutilidad que da la luz pareja de un día nublado y sobre todo la ligereza que da avanzar sin ningún sentido prestablecido, teniendo como brújula lo que tus propios instintos desean.
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