Las cosas pocas veces resultan
como imaginamos en primera instancia. Sera porque siempre deseamos lo que no
tenemos o porque en realidad lo único que nos impulsa irónicamente es sentirnos
de alguna manera desilusionados. La verdad es que no lo sé, por lo general toda
mi vida tuve más preguntas que respuestas, por lo que hoy no saber no es
novedad; pero si hay algo distinto, no sé cómo describirlo, más bien es una
forma suave y sutil de palpar la realidad, como que de pronto, después de tanto
cachetazo, un día desperté y mi cerebro entendió que la sonrisa que pueda
esbozar hoy no depende de si alcanzo o no alguna “zanahoria” nueva o si se
vuelve realidad algún sueño imposible toda la vida; no nada de eso, la
“felicidad” como que con los años se me volvió más simple y palpable, tan sutil
que mi yo anterior jamás la hubiera percibido puesto que estaba distraída con
cosas grandemente absurdas pero tan adosadas a mí que eran una verdad
irrefutable.
Algunas de estas ideas y muchas
más surgen cuando estas parado en medio de una pequeña embarcación en medio de
la laguna Ibera hipnotizado con un majestuoso degrade de tonos rojizos y anaranjados mientras que como
suaves ecos se oye por doquier el canto de centenares de aves acoplados
sinfónicamente. Y es que rodeado de un ambiente tan pacífico y a la vez salvaje
los sentidos se agudizan al extremo y podes percibir cosas que en medio de la
vorágine de la ciudad te pasan por al lado sin siquiera saberlo.
Los Esteros del Ibera, es una de
las reservas naturales más importantes de la Argentina, si bien no es un parque
nacional por temas políticos entre nación y provincia, este lugar tiene una
gran riqueza natural, que vale la pena descubrir y sobre todo preservar.
Ubicada en la provincia de
corrientes, los esteros comprenden un extenso humedal de dimensiones
magnificas, en donde conviven 4000 especies diversas de animales en estado
salvaje. Nunca tuve la oportunidad de ir a un zafari en África, por lo que no
puedo hacer comparaciones, pero para los amantes del avistaje de fauna, Ibera
es sin lugar a dudas la mejor opción dentro de Argentina.
Desde yacarés y carpinchos, que los vez cuan perros en la ciudad, a ciervos de pantano, aguara popes, tatus, zorros y zorrinos, monos carayas, gatos montes, corzuelas, vizcachas, boas, yararás, serpientes corales y cascabel, hasta yaguaretés y osos hormigueros, en peligro de extensión. Entre las aves fácilmente pueden encontrarse más de 350 distintas especies destacándose entre las más importantes el Cardenal amarillo, Chinchero grande, Cacholote castaño, leñatero, Crestudo, Curutie blanco, Monjita blanca, Angú, Halconcito colorado, Águila coronada , Capuchino canela-castaño-gris y pecho blanco, Coludo chico y grande, Tachuri canela, Yetapa de collar, Yetapa grande, monjita dominica, Jabirú , lavanderas, burritos, garzas moras, cigueñas y biguás.
¿Te cansaste de leer? Te aseguro que no te cansas de mirarlos, estar ahí es como una gran fiesta donde expectante aguardas a los invitados que nunca terminan de llegar; no te dan los ojos para mirar tantos animales juntos.
Y esto no acaba aquí, porque más allá de los animales que vemos, debajo de la superficie, camuflados entre camalotes, amapolas de agua, achiras y juncos, coexiste un gran ecosistema acuático en donde se destacan dorados, sábalos, mojarras y temidas pirañas. Por estas últimas es que no habitual ver personas nadar en la laguna, aunque algunos lugareños valientes, en los días de mucho calor, se animan a un chapuzón estratégico.
La laguna de Ibera, que en
guaraní significa agua que brilla, resplandece durante la aurora y el atardecer.
Esta peculiaridad se debe a la quietud propia de su sistema cerrado, sin
corrientes fluviales, que se quiebra con la brisa producida por el cambio de
temperatura entre la superficie terrestre y el agua de los esteros, provocando
un movimiento superficial que refleja la luz solar crepuscular hipnotizando a
quien pose sus ojos sobre ella.
Además de la increíble flora, fauna y de sus aguas destellantes, los Esteros esconden otro encanto, no menor para los bichos de ciudad como yo: Colonia Pellegrini. Esta pequeña localidad tiene la particularidad de estar rodeada por la laguna, esta condición de aislamiento le da un aura de tranquilidad pacifica sin igual, lo que combinado a su condición agreste lo transforma en un ambiente ideal para descansar y disfrutar con todos los sentidos. Calles de arena y ranchos de adobe, rodeados de exuberante vegetación. La gente saluda, aunque seas un extraño, y los vecinos se ayudan como un acto absolutamente natural. Al caer el sol aparecen como enjambres miles de luciérnagas que se funden con las estrellas, convirtiéndose en una invitación irresistible para aventurarse a una caminata; entre el silencio se escuchan los grillos que cada tanto se funden con las risas y cantos de niños y jóvenes que a pesar de la oscuridad andan por la calle sin temor; después del primer día, reconozco que creí estar inmersa en un lugar donde la “maldad” parecía no existir.
El turista tiene amplias opciones
para alojarse, existen varios complejos turísticos en las más diversas gamas de
precios y también de lujos. La mayoría ofrecen paquetes donde incluyen además de
alojamiento algunas excursiones. Nobleza obliga recomendar a la Posada Yacaré, que
tal vez no sea la más lujosa, pero ofrece una excelente relación precio-confort
y es atendida por Renzo y su familia, quienes no mezquinan ni por un segundo en
cordialidad y buena onda. Para comer las opciones son acotadas, dependiendo la época,
pero todo el año se mantienen abiertos el comedor de “Don Marcos”, que ofrece
platos del día muy sabroso y el
restaurant “Yacaru Pora” para los que les gustan contar con mayor opción de
platos.
Las opciones para el turista son varias:
paseos en canoa o lancha, avistaje de fauna, zafaris fotográficos, paseos nocturnos,
alquiler de bicicletas y las cabalgatas más emocionantes por la laguna con Dardo,
de Ñande Ru, que no solo ofrece un divertido paseo sino que además suma con su increíble
carisma.
No es que exagere, pero realmente lo único negativo de mi visita por este lugar, fueron los mosquitos al atardecer que a pesar del repelente igual dan batalla. Por el resto debo reconocer que los Esteros del Ibera superaron ampliamente mis expectativas ponderándose en mi ranking personal como uno de los lugares más interesantes de Argentina.
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