domingo, 25 de octubre de 2015

Parque Nacional Copo, Santiago del Estero.



Es irónico como es que hay ideas que están arraigadas en nosotros y sin embargo no podemos recordar cuando surgieron. Mi vida está repleta de momentos olvidados, de esos que cuando los estás viviendo pensas: “esto es un antes y un después”  y con el tiempo y la suma de miles de recuerdos se van barajando las cartas nuevamente y ese recuerdo especial  que fue tan intensamente nítido queda permanentemente fuera de foco. No te olvidas de todo, la idea principal queda, solo que ya no recordas los detalles que hicieron que ese designio apareciera.

Es así como hoy no recuerdo el día en que pensé “ yo quiero conocer todos los parques nacionales de argentina”, sé que era una nena a la que el mundo le parecía un lugar inmenso y que esa percepción aumentaba cada día en que en la escuela, tele, revista o en el relato de algún viajante conocía algún dato de cualquier lugar… pero porque los parques nacionales, porque argentina… quien sabe.

Dicen que la curiosidad mato al gato… y acá estoy yo, con el fin de saciar mi curiosidad y cumplir mi designio en uno de los lugares más inhóspitos, solitarios y hasta te podría decir “sosos” turísticamente hablando que vi en Argentina. Sé que no te estoy tentando para que sigas leyendo y menos para que vayas a conocerlo, pero honestamente este lugar no está hecho para el turismo bajo ningún concepto.

El Parque Nacional Copo, ubicado en el noroeste de la provincia de Santiago del Estero, en Pampa de Los Guanacos, fue creado primordialmente con el fin de proteger de la tala indiscriminada al quebracho colorado santiagueño y con ella al yaguarete, tatú carreta, chancho quimilero y oso hormiguero grande, especies todas en peligro de extinción, que habitan estos bosques.

Por su clima subtropical cálido con estación seca y gran amplitud térmica no es recomendable visitar en verano, puesto que las temperaturas máximas en esta época pueden llegar a superar los 50°. A estas altas temperaturas y las lluvias estacionarias, se le suma que esta área carece totalmente de cursos de agua, por lo que es un ambiente extremamente seco.


Además de la sequedad, debemos agregar que el lugar no cuenta con servicios ni infraestructura para el visitante, teniendo apenas un pequeño sendero para recorrer en un caminata de un poco más de 40 min ida y vuelta y un lugar libre disponible para aquellos osados que quieran acampar. Es un territorio muy poco explorado, y según nos contaba el guardaparques escasamente reciben visitantes; por lo que si sobra en este lugar es soledad y silencio.

Copo podría describirse como una interminable extensión de pastizales bajos, entrecortada por montes y bosques silvestres, incluyendo también algunas especies de cactáceas y otros arbustos ralos. En lo acotado de su recorrido es difícil poder observar algún animal, y la quietud del lugar irónicamente puede resultar apabullante. Que tiene de atractivo entonces, te estarás preguntando?


Para mí lo es su historia. Anteriormente los quebrachales ocupaban cerca de diez millones de hectáreas, el 83,5% de las tierras santiagueñas. Hoy, sin exagerar, más de la mitad de ese patrimonio forestal ha sido destruido, y el estado de la mitad restante se encuentra en distintas condiciones de uso y aprovechamiento.



Sin embargo, el quebracho colorado santiagueño aún sigue siendo el árbol emblemático de la ecorregión chaqueña, que predomina en los montes de Copo. Sus magníficos ejemplares, de gran porte y tronco recto, poseen una madera muy dura y pesada, que tradicionalmente fue utilizada para hacer los durmientes del ferrocarril y extraer el tanino con el que se curten cueros, además de servir para fabricar postes y carbón.
Las distintas etapas de desarrollo poblacional y económico del país, hicieron que los territorios vírgenes del bosque santiagueño fuesen talados y quemados, con el fin de asentar nuevas poblaciones y adaptar las tierras para la agricultura y la ganadería. Así la desmesurada extracción combinada con la acción del ganado, provocaron el casi irreversible empobrecimiento de los bosques silvestres, que no pueden regenerarse de forma natural.


Las paradojas del desarrollo: mientras que el ferrocarril y la ganadería surgían como una fuente de progreso, por otro lado la riqueza natural se vio disminuida perdiendo miles de hectáreas de bosques y con ellas los beneficios que la naturaleza aporta necesariamente para hacer posible nuestra vida.

Hoy, el Parque Nacional Copo es el único lugar de Santiago del Estero que no ha sufrido tala rasa de árboles. Y es por ello que sus quebrachales constituyen una de las pocas oportunidades actuales para conocer y apreciar el bosque chaqueño semejante a los que existían antes de que los hombres deseáramos más el progreso que a la vida.



sábado, 26 de septiembre de 2015

Parque Nacional Rio Pilcomayo, Formosa.



Siempre fui ridículamente inconstante con casi todo en mi vida, nada diría que me atrajo lo suficiente para mantenerme fascinada por mucho tiempo. Sin embargo algo se mantuvo intacto dentro de mis “inquietudes”: la búsqueda de la belleza.

La belleza, como ese algo puro que existe porque si,  sin pretensiones, exigencias o imposición de reglas;  como la reacción de completa satisfacción que se manifiesta, natural y espontáneamente, cuando experimentamos algo a través de los sentidos.  Es ese momento sublime donde te das cuenta que eso que estás viendo, tocando, oyendo, o sintiendo de alguna manera te estremece, te conmueve, te hace vibrar transformándose en liberadora alegría. 
Con los años, y algo de entrenamiento, el captar la belleza termina siendo algo tan involuntario como respirar, por lo que no es necesario grandes escenarios o situaciones para encontrarla. Lo mejor del paso del tiempo hasta ahora es que descubrí que la belleza no reside en las cosas sino en la sensibilidad del que la experimenta.


Formosa es una provincia que no suele ser destino elegido por la mayoría de los turistas en nuestro país, es un hecho factico irrefutable. Sin embargo, hay algo atractivo en sus paisajes que no se bien como describir; es como simple y exuberante a la vez, como algo que no pretende ser lo mejor en tu vida, y de alguna forma sin saber porque te conquista.




El Parque Nacional Río Pilcomayo, ubicado al noreste de la provincia, limitante en su parte norte con la República del Paraguay, es uno de esos lugares donde todo es tan quieto y calmo que ineludiblemente logras silenciar los fantasmas de la mente. Con su paisaje característico de extensos pastizales con palmares de caranday, de hasta 14 mts. de alto, que albergan isletas de montes y esteros con vegetación flotante.


De clima subtropical húmedo con estación seca y temperaturas que en el verano pueden superar los 40°, es recomendable para visitar en otoño o primavera. Como no es de fácil acceso hay que tener la precaución de corroborar las precipitaciones puesto que suele inundarse con grandes lluvias.

La variada fauna del área, común en gran parte del litoral argentino, incluye entre las más importantes a yacarés, la boa curiyú, el mono carayá, murciélagos pescadores, carpincho, aguara popé, coatí, tapir, puma, zorro de monte, lobito de río, ocelote y otras figuritas difíciles de encontrar como el tapir, el aguará guazú y el oso hormiguero grande. También hay más de 324 especies de aves, vinculadas con el ambiente de humedales, lo que llevo en 1992 a declararse como  sitio ramsar de alta importancia de conservación a nivel internacional.

Debido a su gran extensión y hay dos vías de acceso posibles, en donde pueden realizarse las siguientes actividades:
Área recreativa Estero Poí: ( de acceso intransitable en época de lluvias)
• 2 senderos pedestres autoguiados a través de folletería
• Sendero vehicular de 16 km.
• Torre mirador al Estero Catalina.
• Observatorio de aves del Bañado Pirity.
• Mirador al Río Pilcomayo.
Área recreativa Laguna Blanca:
• Muelles y torre de observación de la laguna.
• Sendero pedestre de interpretación.
• Vivero de árboles nativos.
• Se permiten actividades con embarcaciones sin motor.

En ambas áreas recreativas, Laguna Blanca y Estero Poí, hay parrillas, mesas y sillas para picnic y asados, sanitarios y un campamento con agua tratada (no potable), duchas, iluminación nocturna, botiquín, comunicación, vehículo para emergencias y asistencia de guardaparques. La infraestructura del lugar es muy buena para que puedan disfrutar los amantes de la naturaleza.

Desde Laguna Blanca se accede a pasarelas de madera que aproximan a los márgenes de la laguna, donde las posibilidades de avistar aves y sacar buenas fotos son grandes. También aquí es común ver yacarés que asoman, cautelosos, su hocico y sus ojos entre las aguas, o que están tomando sol entre la vegetación flotante de la laguna.

También hay un mangrullo que brinda una hermosa vista panorámica de la laguna y los ambientes que la circundan, como guajozales, totorales y las isletas de bosque que se presentan como manchas verdosas salpicadas de tanto en tanto por palmares de caranday. Según dicen es aconsejable ver, desde este lugar, los espectaculares atardeceres rojizos cuyas fotografías se difunden en folletos y publicaciones. Lamentablemente el día que fuimos estaba empecinadamente nublado por lo que me quede con las ganas de tomar mi propia postal de un atardecer perfecto.

En tal caso, con los años aprendí a disfrutar a pesar de, porque no existen ideales mas que el que nosotros mismos nos imponemos. Por lo que a pesar de la lluvia, o tal vez gracias a ella, ese día pude apreciar los verdes mas intensos y frescos, la sutilidad que da la luz pareja de un día nublado y sobre todo la ligereza que da avanzar sin ningún sentido prestablecido, teniendo como brújula lo que tus propios instintos desean.













lunes, 24 de agosto de 2015

Los Esteros del Ibera, Corrientes.


Las cosas pocas veces resultan como imaginamos en primera instancia. Sera porque siempre deseamos lo que no tenemos o porque en realidad lo único que nos impulsa irónicamente es sentirnos de alguna manera desilusionados. La verdad es que no lo sé, por lo general toda mi vida tuve más preguntas que respuestas, por lo que hoy no saber no es novedad; pero si hay algo distinto, no sé cómo describirlo, más bien es una forma suave y sutil de palpar la realidad, como que de pronto, después de tanto cachetazo, un día desperté y mi cerebro entendió que la sonrisa que pueda esbozar hoy no depende de si alcanzo o no alguna “zanahoria” nueva o si se vuelve realidad algún sueño imposible toda la vida; no nada de eso, la “felicidad” como que con los años se me volvió más simple y palpable, tan sutil que mi yo anterior jamás la hubiera percibido puesto que estaba distraída con cosas grandemente absurdas pero tan adosadas a mí que eran una verdad irrefutable.

Algunas de estas ideas y muchas más surgen cuando estas parado en medio de una pequeña embarcación en medio de la laguna Ibera hipnotizado con un majestuoso degrade de tonos  rojizos y anaranjados mientras que como suaves ecos se oye por doquier el canto de centenares de aves acoplados sinfónicamente. Y es que rodeado de un ambiente tan pacífico y a la vez salvaje los sentidos se agudizan al extremo y podes percibir cosas que en medio de la vorágine de la ciudad te pasan por al lado sin siquiera saberlo.

Los Esteros del Ibera, es una de las reservas naturales más importantes de la Argentina, si bien no es un parque nacional por temas políticos entre nación y provincia, este lugar tiene una gran riqueza natural, que vale la pena descubrir y sobre todo preservar.

Ubicada en la provincia de corrientes, los esteros comprenden un extenso humedal de dimensiones magnificas, en donde conviven 4000 especies diversas de animales en estado salvaje. Nunca tuve la oportunidad de ir a un zafari en África, por lo que no puedo hacer comparaciones, pero para los amantes del avistaje de fauna, Ibera es sin lugar a dudas la mejor opción dentro de Argentina.



Desde yacarés y carpinchos, que los vez cuan perros en la ciudad, a ciervos de pantano, aguara popes, tatus, zorros y zorrinos, monos carayas, gatos montes, corzuelas, vizcachas, boas, yararás, serpientes corales y cascabel, hasta yaguaretés y osos hormigueros, en peligro de extensión. Entre las aves fácilmente pueden encontrarse más de 350 distintas especies destacándose entre las más importantes el Cardenal amarillo, Chinchero grande, Cacholote castaño, leñatero, Crestudo, Curutie blanco, Monjita blanca, Angú, Halconcito colorado, Águila coronada , Capuchino canela-castaño-gris y pecho blanco, Coludo chico y grande, Tachuri canela, Yetapa de collar, Yetapa grande, monjita dominica, Jabirú , lavanderas, burritos, garzas moras, cigueñas y biguás.  



¿Te cansaste de leer? Te aseguro que no te cansas de mirarlos, estar ahí es como una gran fiesta donde expectante aguardas a los invitados que nunca terminan de llegar; no te dan los ojos para mirar tantos animales juntos.


Y esto no acaba aquí, porque más allá de los animales que vemos, debajo de la superficie, camuflados entre camalotes, amapolas de agua, achiras y juncos,  coexiste un gran ecosistema acuático en donde se destacan dorados, sábalos, mojarras y temidas pirañas. Por estas últimas es que no habitual ver personas nadar en la laguna, aunque algunos lugareños valientes, en los días de mucho calor, se animan a un chapuzón estratégico.

La laguna de Ibera, que en guaraní significa agua que brilla, resplandece durante la aurora y el atardecer. Esta peculiaridad se debe a la quietud propia de su sistema cerrado, sin corrientes fluviales, que se quiebra con la brisa producida por el cambio de temperatura entre la superficie terrestre y el agua de los esteros, provocando un movimiento superficial que refleja la luz solar crepuscular hipnotizando a quien pose sus ojos sobre ella.


Además de la increíble flora, fauna y de sus aguas destellantes, los Esteros esconden otro encanto, no menor para los bichos de ciudad como yo: Colonia Pellegrini. Esta pequeña localidad tiene la particularidad de estar rodeada por la laguna, esta condición de aislamiento le da un aura de tranquilidad pacifica sin igual, lo que combinado a su condición agreste lo transforma en un ambiente ideal para descansar y disfrutar con todos los sentidos. Calles de arena y ranchos de adobe, rodeados de exuberante vegetación. La gente saluda, aunque seas un extraño, y los vecinos se ayudan como un acto absolutamente natural. Al caer el sol aparecen como enjambres miles de luciérnagas que se funden con las estrellas, convirtiéndose en una invitación irresistible para aventurarse a una caminata; entre el silencio se escuchan los grillos que cada tanto se funden con las risas y cantos de niños y jóvenes que a pesar de la oscuridad andan por la calle sin temor; después del primer día, reconozco que creí estar inmersa en un lugar donde la “maldad” parecía no existir.

El turista tiene amplias opciones para alojarse, existen varios complejos turísticos en las más diversas gamas de precios y también de lujos. La mayoría ofrecen paquetes donde incluyen además de alojamiento algunas excursiones. Nobleza obliga recomendar a la Posada Yacaré, que tal vez no sea la más lujosa, pero ofrece una excelente relación precio-confort y es atendida por Renzo y su familia, quienes no mezquinan ni por un segundo en cordialidad y buena onda. Para comer las opciones son acotadas, dependiendo la época, pero todo el año se mantienen abiertos el comedor de “Don Marcos”, que ofrece platos del día muy sabroso y  el restaurant “Yacaru Pora” para los que les gustan contar con mayor opción de platos.

Las opciones para el turista son varias: paseos en canoa o lancha, avistaje de fauna, zafaris fotográficos, paseos nocturnos, alquiler de bicicletas y las cabalgatas más emocionantes por la laguna con Dardo, de Ñande Ru, que no solo ofrece un divertido paseo sino que además suma con su increíble carisma.



No es que exagere, pero realmente lo único negativo de mi visita por este lugar, fueron los mosquitos al atardecer que a pesar del repelente igual dan batalla. Por el resto debo reconocer que los Esteros del Ibera superaron ampliamente mis expectativas ponderándose en mi ranking personal como uno de los lugares más interesantes de Argentina.












miércoles, 8 de julio de 2015

Parque Nacional Baritu, Salta







Existen lugares que maravillan por su grandeza, otros que conmueven por su belleza y existen algunos que por una misteriosa razón te atrapan y se transforman en una peculiar travesía. El parque nacional Baritu es uno de estos lugares donde sus densas yungas sepultadas entre las nubes se combina con lo indómito, puro y virgen que brinda el aislamiento convierto a este paraíso natural en una joya anónima de la Argentina.

Ubicado al noroeste de la provincia de Salta, en la frontera con Bolivia, este parque tiene la particularidad de tener su acceso a través de territorio boliviano. Para llegar hasta allí, partiendo desde San Ramón de la Nueva Oran por la RN 50 se llega al puesto fronterizo de Aguas Blancas; tras los trámites migratorios y aduaneros, se sigue por un sinuoso y pintoresco tramo de la ruta Panamericana hasta La Momora, donde un puente sobre el rio Bermejo permite reingresar a la Argentina y llegar a la localidad de Los Toldos, donde se encuentra la oficina de Parques Nacionales.



Los Toldos es un poblado pequeño, de apenas 800 habitantes aproximadamente, donde aún se conservan la pureza, calidez y amabilidad en el trato; los vecinos no solo se conocen sino que cooperan entre sí en el día a día. Parecían ser de ese tipo de personas que mantienen las cosas simples, sus necesidades muy concretas y reales; o al menos eso pensé yo extrapolando a cómo vivimos en las grandes urbes en donde, por lo general, nos aferrarnos a necesidades que en realidad no son propias y que al conquistarlas no terminan de satisfacernos jamás. Más allá de mi momento de reflexión filosófica, a nivel turístico es importante saber que aquí hay cabañas, hospedajes y proveedurías; aunque no hay estación de servicio por lo que es importante recargar combustible antes de cruzar la frontera.



La aventura continua puesto que desde Los Toldos hasta la puerta de entrada al parque hay unos 27km de camino de tierra que dependiendo las lluvias puede tornarse intransitable. Es por esto que la época recomendada para visitar este parque es de Junio a Noviembre. En nuestro caso fuimos con vehículo 4x4 y en varias oportunidades quedamos atascados en algunas huellas que con un poco de paciencia e ingenio pudimos superar.
Pero no desesperen, todas estas peripecias tienen sus recompensas cuando se llega un tramo de terreno alto y despejado de vegetación, en donde se atraviesan espesas nubes y tras algunos segundos de no ver nada, al final como una obra de teatro, se abre el telón y se visualiza una bastedad inimaginable de selvas, en distintas alturas, todas exuberantes de vegetación en diversas tonalidades de verdes; realmente es una secuencia maravillosa.
El Parque se encuentra limitado por cordones montañosos de más de 2.000 msnm como el Cerro de las Pavas y el Cerro Negro.  De los numerosos cursos de agua que lo surcan se destacan el río Lipeo, en el norte, y los ríos Porongal y Pescado que desaguan en el río Bermejo. Aquí se resguardan las selvas de montaña, destacándose la presencia de un helecho arborescente y la maroma, que puede germinar sobre otro árbol, viviendo epífito sus primeros años de vida mientras emite raíces hacia el suelo. Una vez afirmada en la tierra, la maroma crece velozmente rodeando con su tronco al árbol que le da sustento, llegando con frecuencia a matarlo. Los cedros salteños de valiosísima madera, alcanzan aquí tamaños imponentes.
La fauna es muy variada y aparecen especies como el mono caí, el lobito de río, el ocelote o gato onza, el tapir, el yaguareté, el puma, el hurón, el pecarí labiado, el mayuato u osito lavador, la corzuela, el tapir, en las márgenes de cursos de agua el carpincho y muchos otros. Respecto de las aves se destacan el cóndor y el jote de cabeza colorada y el de cabeza negra. También son característicos el tucán grande, variedad de colibríes, loros y la urraca.


Dentro del parque no hay demasiada infraestructura, solo un camping agreste para los más aventureros. Cuenta con varios senderos para recorrerlo:



- El Lipeo- Abra de Minas-Baritu: Parte desde la comunidad de El Lipeo a 1140msnm por el camino vehicular, pasa por “el cedral” y el punto panorámico “Abra de Minas”, el sitio más alto del recorrido a 1770msnm. Luego continuando se llega a la comunidad de baritu a 1600msnm. Dificultad: Alta, Duración: 10hs
- El Cedral de Abra de Minas: Recorrido de 8km hasta el ingreso. El sendero de 200mts recorre un sector con árboles de imponente envergadura. Dificultad: Alta, Duración: 6hs
- El Lipeo- Las Termas del Cayotal: Se realiza a pie siguiendo na senda que bordea el rio Lipeo, pasa por el desvío a “la Junta” y a partir de allí atraviesa el límite del parque; luego de 20 min se accede a las aguas termales. Dificultad: Media. Duración: 4hs.
- El Lipeo-Las Juntas: Caminata que bordea el rio Lipeo y llega hasta la unión de los ríos San José y Cayotal. Recomendada para la observación de aves. Dificultad: Baja. Duración: 2hs.
- Sendero cultural El Molejón: Comienza a 100 mts. de la oficina de parques y permite acceder a un molino de piedra, utilizado antiguamente por la comunidad para la molienda de maíz. Dificultad: Baja. Duración: 1,30hs.

Baritu con su naturaleza exuberante y sus horizontes perdidos en la densidad de la bruma es una de esas bellezas difícil de olvidar, porque no pretenden ser mas de lo que son y sin embargo nos dejan esa sensación de que si tuviéramos algo mas de tiempo en ella podríamos descubrir mucho mas.




                                                      






miércoles, 27 de mayo de 2015

PN Campo de los Alisos, Tucumán.


Campo de los Alisos es uno de esos lugares perdidos entre gigantes de piedra y corrientes de agua que de alguna forma intangible te trasmiten a través de la brisa una paz de otros tiempos, donde la simpleza de las formas y la pureza de los sonidos de la naturaleza barren con toda la basura mental que llevamos a cuestas.

Ubicado al oeste de la localidad de Alpachiri en la provincia de Tucumán, este parque nacional yace sobre la ladera oriental de los Cerros Nevados del Aconquija y los ríos Las Pavas y Jaya gestando así una cuna excepcional para una vegetación abundante típica de yungas. La ciudad más importante cercana al área es Concepción, a unos 30 kilómetros, donde hay servicios de todo tipo para el visitante.

En esta atmosfera húmeda, salvaje y aparentemente anárquica hay escondida una frescura sin igual, esa que solo te genera un instante de alegría, y que es enmarcada por cada paso que das en sus senderos donde los suelos se disfrazan de flores móviles gracias a las mariposas multicolores que flotan por doquier.
Si bien la flora selvática es prodiga en diversas especies de árboles, la joya de ese sitio es el Aliso del Cerro que mayoritariamente crece entre los 1500 y 2000msnm donde forma asociaciones casi puras. Esta especie es considerada muy útil para fijar los suelos degradados debido a su rápido crecimiento y su capacidad para fijar el nitrógeno atmosférico.
La fauna del lugar está representada por el guanaco y el puma. También coexisten tarucas, ocelotes, gatos monteses y ositos lavadores. Entre las aves se destacan la monterita serrana, la quiula puneña y algunos ejemplares de cóndores. Durante los meses de noviembre a marzo pueden encontrarse al loro alisero, una especie endémica de la yunga del noroeste argentino y sur de Bolivia que nidifica solo en el bosque montano en el verano y durante el invierno forma bandadas que se dirigen a las zonas más bajas para alimentarse con los frutos de horco cebil y otras plantas.




Dentro del parque se encuentran algunas áreas de acampe con fogones y mesas. El Parque no cuenta con demasiada infraestructura para el visitante. Ésta sólo se limita a cartelería y a senderos peatonales o para circular a caballo. Exceptuando el camino de ingreso que penetra unos 7 kilómetros dentro del Parque no hay caminos vehiculares. La práctica del treckking, las cabalgatas, la observación de aves y la caza fotográfica son las alternativas básicas que ofrece esta área protegida. Lógicamente siempre las posibilidades de disfrute son mayores cuando concurre una persona con afición por las plantas y algunos conocimientos de la flora del lugar, dado que desde ese punto de vista la oferta de “Los Alisos” es inmejorable.

Hay tres circuitos organizados, pero es condición previa a cualquier recorrido dar aviso al guarda parques para ser registrados. Los recorridos son:
- La Mesada es un lugar sumamente pintoresco ubicado a 1.680 m.s.n.m. donde se recorre el bosque montano, previo a lo cual se atravesó también la zona denominada selva montana donde la diversidad biológica es sorprendente. Se demora entre 5 y 6 horas en efectuar este ascenso desde la entrada al Parque. Para hacer este paseo con la tranquilidad que se merece y programarlo con anticipación y combinación con el baqueano, se aconseja disponer de al menos tres días.
- La Cascada. En este caso se trata de llegar al lugar de este nombre ubicado a 2.700 m.s.n.m. donde amén de transitar previamente, como en el primer caso, por los ambientes denominados selva montana y pradera montana, comienza a bosquejarse lo que sería el pastizal altoandino, donde desde el punto vista paisajístico puede considerarse uno de los panoramas más hermosos del área. Desde la entrada al Parque este circuito requiere de dos días de recorrido y desde La Mesada se puede acceder con unas 7 horas de caminata.
- Las ruinas arqueológicas de Ciudacita o Pueblo Viejo se tratan de una construcción incaica – que cuenta con varias centurias de antigüedad - que según algunos expertos, podría ser un sitio de observaciones astronómicas considerado muy valioso por los arqueólogos, con dos sectores bien diferenciados que están unidos por un camino de piedra. Situado a 4.400 m.s.n.m, está rodeado de un paisaje de extrema belleza donde ya se aprecian los rigores del clima de altura, pudiendo caer nevadas en gran parte del año. Este circuito requiere necesariamente de un estado físico bueno y de cierto entrenamiento en el ascenso de montañas, no por las dificultades del terreno sino por el cansancio que, sumado a la falta de oxígeno por la altura, pueden malograr la experiencia si no se reúnen los requisitos mencionados. La duración de esta escalada requiere de 4 días de marcha sólo para la ida y tres para el descenso. Como todos los ascensos mencionados, La Ciudacita, requiere de la compañía de guía.
Existe otro lugar donde hay restos de la civilización Tawantisuyu (Imperio Inca) a 5.000 m.s.n.m. y se trata de un santuario considerado único por sus características, pero no se ofrece en forma habitual como posible circuito recreativo.

Recorriendo el camino principal del Parque se pueden apreciar algunas construcciones que fueron antiguos puestos de la ex estancia que ocupaba el lugar, confeccionadas con piedras y madera del lugar, con una antigüedad cercana a los 100 años.
Campo de los Alisos podría asemejarse a un gran amigo, al principio solo hay "intenciones" de relacionarse; pero solo con algo de tiempo para conocerse se logra forjar ese vínculo de verdadera camaradería. Si queres realmente conocer este maravilloso lugar hay que dedicarle algo de tiempo a recorrer sus senderos, puesto que como todo en la vida, es solo aquello con lo que nos relacionamos en “intimidad” lo que nos deja una huella permanente. A primera vista todo parece ser solo una exuberante vegetación verde intensa, pero con algo de despojo algo ocurre por esos caminos que te conecta con esa parte pacifica e inmensa que hay dentro de todos nosotros.


Ese no fue mi caso en mi recorrido por este PN, estuvimos allí solo algunas horas y después seguimos rumbo por nuestro extenso recorrido  por el noroeste Argentino hasta llegar a Uyuni en Bolivia, pero eso si... en todo el recorrido solo hubo una premisa que nos mantuvo cautivos esos maravillosos días, que no necesitamos de mucho para sentir alegría solo dejarnos llevar por lo que suceda a cada instante sin esperar nada en particular.