martes, 22 de abril de 2014

PP Ischigualasto, San Juan.


El parque provincial Ischigualasto, popularmente conocido como el Valle de la Luna, está ubicado en el extremo norte de la provincia de San Juan, en el departamento de Valle Fértil. 

En sus 275.369has se expone su particularidad en ser el único lugar en el mundo donde se puede observar la secuencia completa de sedimentos que permiten reconstruir el Período Triásico ocurrido hace más de 250 millones de años. Por tal motivo fue nombrado, en el año 2000, Patrimonio Natural de la Humanidad por la Unesco.
Lo mágico de este lugar reside en podes caminar sobre un manto de rocas que conservan los rastros y el espíritu de los animales que lo habitaron hace tanto tiempo. Aunque suene exagerado cuando estás ahí podes imaginar a través de su pacifica quietud y extremo silencio el comienzo del mundo: las extrañas formaciones arcillosas, con gran variedad de tonalidades, formas y desniveles, la infinidad de restos fósiles, el tono gris seudo plateado de sus suelos, todo se conjuga para brindar un escenario casi irreal. 




Si alguien me preguntara por que ir al Valle de la Luna, simplemente respondería porque es uno de los lugares más raros del planeta, al menos que mis ojos pudieron ver.





Al ver la primera vez ese paisaje desértico, con pocas lluvias, fuertes vientos y altas temperaturas, me pareció imposible pensar que alguna vez fue un inmenso lago rodeado de frondosa vegetación, donde crecían variedades de especies y se gestaba la vida.

El ingreso es terrestre y durante el día el recorrido se realiza en vehículo propio o en combis que se contratan junto a un guía especializado. Los circuitos duran entre tres y cuatro horas, con paradas intermedias y caminatas. También hay circuitos para bicicletas y otras travesías que comienzan al amanecer o al atardecer los días de luna llena. Si bien las visitas se realizan durante todo el año, en temporada estival es importante saber que son muy altas las temperaturas y es necesario llevar abundante agua para hidratarse, así como ropa liviana.



Recorriendo el parque podes experimentar a ciencia cierta como la combinación de la erosión del agua y el viento tallan casi imperceptiblemente día a día diversas siluetas, y como los seres humanos buscando de alguna manera comprender tan paciente tarea de la naturaleza  buscamos a través de comparaciones triviales hacernos amigos del paisaje. Es así como a lo largo del circuito nos topamos con: “El gusano”, “Valle Pintado”, “La Esfinge”, “La cancha de bochas”, “El Submarino”, “El Hongo” y las “Barrancas coloradas” entre otras. Todas y cada una de estas formaciones tiene su magia, su particularidad y por supuesto, nos dio la excusa perfecta para disfrutar de cada segundo a nuestro estilo, bien “pavotemente” feliz. 


Es curioso como estar en lugares como estos hace que renazca la capacidad de sorpresa y la percepción de la vida tome una perspectiva interesantemente ingenua liberándonos de prejuicios y preconceptos. ¡Qué sensación tan espectacular!




Además de los circuitos turísticos, el parque cuenta con un centro de interpretación que pertenece a la Universidad de San Juan; allí se pueden observar distintos restos fósiles que se hallaron en el lugar teniendo como protagonista al Herrerasaurus Ischigualestensis, considerado el dinosaurio más primitivo del mundo. 





jueves, 10 de abril de 2014

PN Talampaya, La Rioja.



Ya habían pasado dos años desde que nos conocimos, por Agosto de 2010, y con Chechi, Vale y Max planeamos nuestro segundo viaje juntos como festejo de tan hermosa amistad; el  destino “La Ruta de los Dinosaurios” recorrido que comprende las provincias de La Rioja, Catamarca y algo de San Juan. Los protagonistas absolutos del recorrido eran el PN Talampaya y el Valle de la Luna.


Fue así como volvimos a saborear la majestuosidad de la mítica ruta 40, la más extensa de nuestro país, donde en La Rioja transita por algunos de los lugares más pintorescos de su trazado. Pasando por Villa Unión, La Cuesta de Miranda en Chilecito, los pueblos de Famatina y San Blas de los Sauces, entre otros, es casi natural hipnotizaste con el paisaje sorprendente. Las curvas del camino que bailando con el río serpenteando en el bajo, entre angostas y profundas quebradas rocosas, son la invitación irrevocable para infinidad de águilas y cóndores, como también, para esta humilde servidora.





El Parque Nacional Talampaya, creado en 1997, cubre una superficie de 215.000 has., y fue declarado Patrimonio Natural de la Humanidad junto con el Parque Provincial Ischigualasto por la Unesco en el año 2000.

Su paisaje de gran belleza, es el resultado de movimientos tectónicos, a los que durante milenios se han sumado la erosión del agua y el viento en un clima desértico, con grandes amplitudes térmicas.




El parque cuenta con rocas que documentan la evolución del planeta por más de cuarenta y cinco millones de años, siendo por ejemplo testigo hace más de 250 millones de años de la división del supercontinente Pangea y es uno de los yacimientos fósiles más ricos del país.

En su recorrido, siempre con guía autorizado, se pueden observar curiosas formaciones rocosas como Los Reyes Magos, el Tablero de Ajedrez, La Catedral y El Fraile, entre otras, en el área conocida como “Ciudad Perdida”, que como caprichos de la naturaleza se imponen estoicas teñidas de un rojizo intenso que paraliza.


Lo mejor es que el viaje no terminaba allí, porque a muy pocos kilómetros se encontraba el Parque Provincial Ischigualasto, por lo que ávidos de más aventuras nos dirigimos a caminar por “La Luna”, pero esa es otra historia; por lo que la dejamos para el próximo capítulo.