sábado, 5 de julio de 2014

PN Los Arrayanes, Neuquén





 
 
Luego de nuestra estadía en San Martin de los Andes, a escasos 100km y transitando en parte por el reconocido camino de “Los Siete Lagos” partimos hacia la localidad de Villa Langostura. Por la fama de que el sur es caro, temíamos no encontrar hospedaje que se adecue a nuestro presupuesto, pero como dice el refrán el que busca encuentra, y en contra de todos los pronósticos en uno de los lugares más “caros” de la Patagonia hallamos una perla: una hermosa y cálida cabaña de troncos instalada en el medio del bosque a un precio más que conveniente. Moraleja: si queres conocer algún lugar y no te animas porque tiene fama de costoso, no te quedes con el “no”, busca que siempre existen opciones.Todo por esta zona tiene ese aire a escenografía de cuentos con su estilo alpino,  construcciones de troncos enclavados en bosques frescos y misteriosos, terrenos en desnivel y detalles exquisitamente diseñados para que algo tan simple una tranquila caminata sea una experiencia altamente disfrutable.
El Parque Nacional Los Arrayanes, con sus 1753has., abarca toda la península de Quetrihué ubicada en el extremo Norte del Lago Nahuel Huapi y tiene como fin proteger a un bosque nativo compuesto en exclusividad por arrayanes de hasta 16mts de altura y más de 600 años de antigüedad. El crecimiento es lento, y su tronco crece retorcido, en busca de la luz, La corteza, lisa y fría, es de color canela debido a que contiene gran cantidad de tanino. Al desprenderse en finas laminillas y placas deja manchas blanquecinas que le dan al bosque su particular característica. Su follaje es persistente, de hojas opuestas, sus flores son blancas, parecidas al azahar. Su fruto es negro violáceo brillante, comestible, con el cual los aborígenes elaboraban una bebida alcohólica llamada chicha. 
Existen dos opciones para acceder al parque, la primera es a través de una excursión lacustre hasta el Puerto Quetrihué. La segunda es a pie o en bicicleta, atravesando la Península de Quetrihué por la senda peatonal, que nace en la entrada al parque por la zona de puertos, a metros del muelle municipal Bahía Brava.
 

Fieles a nuestro espíritu aventurero decidimos realizar ambos recorridos, desde Villa Langostura tomamos la opción de la placida caminata por el bosque. La senda tiene un recorrido de 12km, de mediana dificultad y demanda aproximadamente unas 3 horas a pie o 2 horas en bicicleta. En su comienzo tiene pendientes bastantes abruptas, que se convierten en largas ondulaciones a medida que se acerca al Bosque de Arrayanes. En el primer tramo, desviado a la derecha por un sendero escalonado, se llega a dos miradores de la Península. La senda atraviesa zonas boscosas, con pedreros en el inicio, algunos claros y lugares abiertos. En el km. 11, cuando el cansancio ya comienza a sentirse, se aprecia la Laguna Patagua y poco más adelante los arrayanes comienzan a aumentar en cantidad, hasta llegar al corazón del bosque, donde se transforma en la especie principal y predominante.
 



Desde Bariloche unos días después tomamos la excursión lacustre que sale de Puerto Pañuelos navegando por el Lago Nahuel Huapi, esta vez sumamos a la experiencia la visita a Isla Victoria. El bosque de arrayanes, de unas 12 hectáreas de superficie, se recorre cómodamente por un sendero entablonado que se interna entre los árboles, y en 20-30 minutos se llega al mirador Arrayán donde se observa una vista panorámica del Lago Nahuel Huapi con sus brazos El Machete, El Rincón y Última Esperanza; La Bahía Brava, la Isla Fray Menéndez y el cordón montañoso que nos limita con Chile.
Te preguntaras que tiene de espectacular este bosque para que sea tan famoso, al menos eso me preguntaba yo cuando era chica y oía hablar del bosque de arrayanes. Es difícil describirlo con palabras pero si tenes el privilegio de ver como un rayo de sol se cuela entre lo espeso del follaje, se desliza suavemente entre el laberinto caprichoso de árboles y al final de su trayecto rebota contra un rojizo tronco tiñéndolo de tono cobrizo sabrías incuestionablemente la belleza que habita en el espíritu de ese lugar.