Ubicado en la
provincia de La Pampa, cerca de las localidades de Puelches y Casa de Piedra, es uno de los
portales hacia la Patagonia Argentina.
Lihué Calel en
araucano significa “sierras de la vida” y tal vez a primera impresión puede que
nos resulte extraño entre tanta aridez que allí haya un importante reservorio
de agua dulce.
El día no es óptimo, esta nublado y garua desde que salimos; pero el fin de semana es corto y como todo lo bueno en la vida hay que aprovecharlo. Sabíamos que al volver a nuestra cabaña de los Altos de Payun en Santa Rosa nos esperaría la cálida fogata de la chimenea y un espectacular show de equitación.
Desde la Ruta Nacional 152 logramos vislumbrar las sierras que se destacan notablemente en el paisaje apenas ondulado de la pampa seca. Los variados tonos en color bermellón y la fauna que se deja observar entre la llovizna, me llaman la atención.
Cuando llegamos y
nos registramos con el guarda parques nos cuenta que el lugar en verano es un
festín de color porque durante otoño y primavera se forman arroyos estacionales
que permiten que broten por todos lados las margaritas pampeanas color amarillo;
a esas, las margaritas, no llegue a verlas pero si me perdí por
pequeños montes de
caldenes y sombras de toro según recuerdo en aquel fresco Mayo de 2010.
En su recorrido, el
Parque Nacional cuenta con el Centro de
Visitantes Likan Mapu y senderos de interpretación para caminar, observar y
perderse en la naturaleza. Los que más disfrute son los senderos a la Laguna
Urre-Lauquen y el recorrido de Valle de las Pinturas, donde se pueden apreciar
arte rupestre, yacimientos arqueológicos y la última morada del Cacique
Namuncurá, además de las ruinas del Casco de la Estancia Santa María de Lihué
Calel que corresponde a la historia más reciente del parque.
De los diecinueve
parques nacionales que he experimentado, tal vez el Lihué Calel sea el menos
majestuoso o imponente; pero en su simpleza conserva una belleza particular de
esa que emana de la pacifica quietud; no busca ser nada pretencioso sino que le
basta con sentirse presente en el entorno que lo rodea. En eso consiste su
magia, en eso consiste su razón de ser.